lunes, 30 de diciembre de 2013

La fealdad de los monstruos – La Bella y la Bestia.


“Es la forma lo que evidencia al monstruo; es la fealdad la que lo determina.”

Se trata de una fealdad horrible y que produce MIEDO. El monstruo, por su estado de fealdad, expresa ferocidad y, por ello, se revela como un ser dañino. Muestra pecados, maldad, vicio, desastres, etc.

Kalogathia es un concepto helénico que fisiona la belleza y lo bueno: lo físico y lo moral. Bueno, bello y verdadero eran una unidad. Tres cualidades básicas del ser en la ontología antigua. Y si la divinidad es el bien, “¿no es la negación del ser lo que conocemos como mal?, ¿No será que el arma última a la que nos aferramos contra esa negación del ser es la búsqueda y posesión de la belleza?”. Perdición, muerte y monstruosidad son las tres cabezas del cancerbero que guarda la negación del ser.

La negatividad del monstruo reside, entre otras cosas, en la idea de continuidad, de la unidad entre cuerpo y alma. El cuerpo es la expresión del alma. También las enfermedades deformantes son signo de pecado.


Tipos de monstruos.

- Monstruo eterno: Fuertemente ligado a la divinidad. Destaca su presencia en los extremos temporales de “principio” y “fin”. Monstruo encargado del exterminio de la humanidad.

- Monstruo momentáneo: monstruos fenomenológicos, monstruos que aparecen en horas puntuales, seres transformados sólo temporalmente. En algunos cuentos de hadas los personajes transformados van readquiriendo día tras día sus características humanas. En estos seres se lleva a cabo una transformación monstruosa y, en dicha conversión, tienen que existir un “agente” transformador y un “paciente” transformado.

- Monstruo efímero: monstruo predestinado a la muerte y a la nada como el niño que nace, horroriza y muere.





Bella y bestia.

Si tuviéramos que elegir un cuento en el cual pudiéramos ver reflejado todo esto a cerca de los monstruos, sin duda sería la bella y la bestia.

Nos encontramos con un príncipe guapo y rico, pero déspota, malvado y egoísta, al que un día una bruja maldice, por ello, con un hechizo. Se convierte, entonces, en una bestia fea, y su precioso palacio se convierte en algo más parecido a un castillo encantado, oscuro y tenebroso. La bestia seguiría siendo de por vida bestia si no encontraba una mujer que le amase y le diera un beso de amor verdadero a pesar de su fealdad y monstruosidad, antes de que el último pétalo de una rosa cayera. Él, desde su propia forma de ser y filosofía de las cosas, no cree que nadie jamás pueda amarle en ese estado.

Como hemos dicho antes, la fealdad del monstruo muestra ferocidad, pecados y hace parecer un ser dañino. Todo el mundo al verle se asusta y quiere huir de él. El padre de Bella primero, cuando aparece en el castillo, y más tarde la propia Bella al verlo la primera vez, y durante la mayor parte del cuento mientras vive en su castillo.

El cuerpo es la expresión del alma: la bruja lo vuelve feo por fuera porque su alma es fea.

Lo que ocurre en este cuento es que conforme va pasando el tiempo y la Bestia se enamora de la dama, va volviéndose más bueno y comprensivo, y Bella, que es una dama dulce y bondadosa, se enamora de la Bestia. Esta le da un beso justo antes de caer el último pétalo de la rosa, y él vuelve a convertirse en un príncipe apuesto y rico, con su precioso palacio.
La Bestia, pues, se trata de un monstruo momentáneo, que es monstruo durante el tiempo del hechizo. Existe en este cuento un “agente transformador” que es la bruja. Y existe el “paciente transformado” que es el hermoso príncipe.


Bibliografía: Tratado de monstruos: ontología teratológica.

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