“Es
la forma lo que evidencia al monstruo; es la fealdad la que lo
determina.”
Se
trata de una fealdad
horrible y que produce
MIEDO.
El monstruo, por su estado de fealdad, expresa ferocidad y, por ello,
se revela como un ser
dañino. Muestra
pecados, maldad, vicio, desastres, etc.
Kalogathia
es un concepto helénico que fisiona la belleza y lo bueno: lo físico
y lo moral. Bueno, bello y verdadero eran una unidad. Tres cualidades
básicas del ser en la ontología antigua. Y si la divinidad es el
bien, “¿no es la negación
del ser lo que
conocemos como mal?,
¿No será que el arma última a la que nos aferramos contra esa
negación del ser es la búsqueda y posesión de la belleza?”.
Perdición, muerte y monstruosidad
son las tres cabezas del cancerbero que guarda la negación
del ser.
La
negatividad del monstruo reside, entre otras cosas, en la idea de
continuidad, de la unidad entre cuerpo y alma. El
cuerpo es la expresión del alma. También
las enfermedades
deformantes son signo de pecado.
Tipos
de monstruos.
-
Monstruo eterno:
Fuertemente ligado a la divinidad. Destaca su presencia en los
extremos temporales de
“principio” y “fin”.
Monstruo encargado del exterminio de la humanidad.
-
Monstruo momentáneo:
monstruos fenomenológicos, monstruos que aparecen en horas
puntuales, seres
transformados sólo temporalmente.
En algunos cuentos de
hadas los personajes
transformados van readquiriendo día tras día sus características
humanas. En estos seres se lleva a cabo una transformación
monstruosa y, en dicha conversión, tienen que existir un “agente”
transformador y un
“paciente”
transformado.
-
Monstruo efímero:
monstruo predestinado a
la muerte y a la nada
como el niño que nace, horroriza y muere.
Bella
y bestia.
Si
tuviéramos que elegir un cuento en el cual pudiéramos ver reflejado
todo esto a cerca de los monstruos, sin duda sería la bella y la
bestia.
Nos
encontramos con un príncipe
guapo y rico,
pero déspota,
malvado y egoísta,
al que un día una
bruja maldice,
por ello, con un hechizo. Se convierte, entonces, en una bestia
fea,
y su precioso palacio se convierte en algo más parecido a un
castillo encantado, oscuro y tenebroso. La bestia seguiría
siendo de por vida bestia si no encontraba una mujer que le amase
y le diera un beso de amor verdadero a pesar de su fealdad y
monstruosidad, antes de que el último pétalo de una rosa cayera.
Él, desde su propia forma de ser y filosofía de las cosas, no cree
que nadie jamás pueda amarle en ese estado.
Como
hemos dicho antes, la fealdad del monstruo muestra ferocidad, pecados
y hace parecer un ser dañino. Todo
el mundo al verle se asusta
y quiere huir de él. El padre de Bella primero, cuando aparece en el
castillo, y más tarde la propia Bella al verlo la primera vez, y
durante la mayor parte del cuento mientras vive en su castillo.
El
cuerpo es la expresión del alma: la bruja lo vuelve feo por fuera
porque su
alma es fea.
Lo
que ocurre en este cuento es que conforme va pasando el tiempo y la
Bestia se enamora de la dama, va
volviéndose más bueno
y comprensivo, y Bella,
que es una dama dulce y bondadosa, se
enamora de la Bestia.
Esta le da un beso justo antes de caer el último pétalo de la rosa,
y él
vuelve a convertirse en un príncipe apuesto y rico,
con su precioso palacio.
La
Bestia, pues, se trata de un monstruo
momentáneo,
que es monstruo durante el tiempo del hechizo. Existe en este cuento
un “agente
transformador” que
es la bruja.
Y existe el “paciente
transformado”
que es el hermoso
príncipe.
Bibliografía:
Tratado
de monstruos: ontología teratológica.
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